La fiscalía del Condado de Weld (Colorado) determinó el pasado viernes que no es posible acusar a una defensora de los animales infiltrada por un delito de maltrato animal.
La fiscalía desestimó los cargos contra Taylor Radig, una investigadora contratada por la organización Compassion Over Killing, antes de la celebración de un juicio.
Taylor Redig había sido denunciada por un presunto delito de “crueldad animal”, debido a que no denunció los hechos ilegales ocurridos en la granja investigada en el mismo momento en que tuvo conocimiento de los mismos. Sin embargo, el motivo por el que no denunció dichos hechos de manera inmediata fue para garantizar el éxito de la investigación.
Desde el Centro Legal para la Defensa de los Animales mostramos nuestra satisfacción por el resultado final de este proceso judicial, y reclamamos que se garantice a los defensores de los animales su derecho a sacar a la luz pública la realidad de las granjas y demás centros de explotación
El Gobierno del Partido Popular estudia incluir en la próxima Ley de Montes la prioridad de las monterías de caza en los montes públicos frente a las actividades no violentas como el ciclismo, senderismo, la búsqueda de setas…
Con esta normativa, que tratarán de articular en un reglamento posterior derivado de esta ley, se prohibiría el acceso al bosque en las zonas y días en los que se organicen las matanzas de animales.
Según cifras de la propia fundación para la defensa de la caza (FEDENCA) la suma anual de animales muertos en la modalidad de caza menor (aves, conejos, liebres) se eleva a 26,7 millones de individuos y en la modalidad de caza mayor (jabalíes, corzos, ciervos) a 411.649 animales.
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«No ha matado a mi perro, ha matado a mi amigo» afirmaba al Diario HOY el sevillano Miguel Ángel Parra el 1 de julio del año pasado, al contar cómo un conocido de su novia había provocado la muerte de su perro, de nombre Homer, al tirarlo a la calle Argentina desde la altura del sexto piso en el que estaban.
El joven de 27 años, había venido desde Sevilla a Cáceres para estar con su novia, que vivía en un piso del número 1 de la calle Argentina, acompañándole su perro Homer, un bulldog francés de color marrón y hocico negro, de 10 meses de edad, que llevaba conviviendo con él desde hacía más de dos meses. «Era un animal muy sociable, muy tranquilo… Me conocía tanto que incluso sabía si yo tenía un mal día», afirmaba el dueño.
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